El cuerpo registra todo. Aunque en nuestra
memoria operativa haya sólo recuerdos vagos; sólo los que tu alma dejó para que liberes lo
atascado. Permitiéndote avanzar, permitiéndote surgir, permitiéndote ver más
allá de todo lo evidente.
Más allá del mar u océanos de dolor en que
puedes haber existido por tantas y tantas vidas, si aún quedó algo pendiente,
es sólo para que sea traspasado. La libertad que alcanzas, que recuperas cuando
traspasas esa pieza del puzzle que no encajaba, es impresionante; simplemente
supera todo lo que nunca imaginaste.
No te habías dado cuenta de cuánto había de esa
herida en tu sistema. Tu vida entera hablaba de esa herida, pero sólo hasta
ahora eres lo suficientemente poderosa y amorosa, como para acogerla, abrazarla
y sanarla.
Tomarla amorosamente, tomarte a ti misma
amorosamente, en todos los tiempos, en todos los niveles, en todas las
frecuencias.
A este cuerpo le tocó recordar de esa manera,
el respeto a todo ser viviente, el honrar la sagrada fragilidad e inocencia que
habita en cada uno de nosotros cuando emergemos en esta Tierra.
Herencia de heridas y eres tú quien ha elegido
sanar esa herencia, en ese linaje, para que repercuta en todos y en todo.
Apenas asomas la nariz al vislumbrar que cuando
ese dolor ya no esté, cuando exista sanado en tu sistema, todo tu ser, tu vida
completa vibrará en una nueva y radiante frecuencia.
Sanar lo más profundo del alma, que se
manifiesta en “paquetes” no tan luminosos a veces.
Sanar lo más profundo del ama, esa hebra aún
pendiente y todas las hebras que harán un ovillo nuevo, un tejido luminoso y
amoroso de toda tu existencia humana.
Bendiciones hermana Antea. Bendiciones en tu
camino y en tu sanación.
Bienvenida a casa, bienvenida de regreso al
AMOR.
YO SOY Hilarión y
María
13:33 h 04.09.2013 Santiago, Chile
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